29 nov 2014

VIVIENDA UN DERECHO QUE NO ES DERECHO -3

La crisis del planeamiento y el triunfo de la operaciones y los megaproyectos:

En los dos Post anteriores ya hemos comentado como durante el franquismo, el planeamiento fue muchas veces papel mojado que los poderosos conseguían readaptar a sus intereses. Pero es que durante la democracia se degradaron todavía más las tenues barreras del planeamiento urbano que condicionaban a lo previsto en el Plan los usos y la edificabilidad de los terrenos. Pues los cambios en la legislación facilitaron que esa edificabilidad se pudiera acordar discrecionalmente al margen del planeamiento. 

Capitalismo y neocaciquismo
Las consecuencias de la Financiación barata y abundante dispuesta a invertirse en ladrillos fueron cuatro:

1.- Urbanas y territoriales: La primera consecuencia es que el modelo inmobiliario imperante ha venido configurando el modelo urbano y territorial. Hemos visto que el urbanismo español ha estado gobernado por el negocio de la promoción inmobiliaria, que impuso su lógica de obtener plusvalías recalificando y construyendo suelos por encima de la del planeamiento urbano y territorial.La trepidante construcción nueva, al seguir estos modelos, no ha contribuido a mejorar la calidad de la vida urbana, pues no ha hecho ciudad, sino urbanizaciones y operaciones inmobiliarias que carecían de la complejidad de la ciudad clásica, incumpliendo, incluso, los estándares del urbanismo que el planeamiento tomaba como norma.

Hasta la propia rehabilitación urbana ha reproducido a veces la lógica de las operaciones inmobiliarias, expulsando a los vecinos y simplificando y especializando el tejido urbano resultante. Además, el crecimiento rápido e incontrolado de la construcción observado durante el último decenio, unido a la carencia de vivienda social y a la subida de precios, ha generado un stock inmobiliario sobredimensionado y de mala calidad urbana, que la población no alcanza ya a habitar ni a comprar.

2.- Económicas: El modelo inmobiliario español, al inflar la reciente burbuja especulativa, ha generado endeudamientos y desequilibrios que llevaron a la economía española a una profunda crisis, cuando falló la liquidez internacional tan inusualmente barata y abundante que la venía alimentando. Pues los procesos especulativos traen la fortuna para algunos, pero siempre acaban acarreando endeudamientos y bancarrotas que otros han de pagar. La burbuja inmobiliaria no sólo aceleró sobremanera el pulso de la coyuntura económica reciente —y el déficit y el endeudamiento exterior— en nuestro país, sino que ahora lastra su recuperación. Pues si España fue líder del auge inmobiliario en Europa, también lo fue del riesgo inmobiliario en todas sus dimensiones (endeudamiento hipotecario con relación a la renta disponible, exposición del sistema financiero, ...) (Naredo, Carpintero, y Marcos, 2007).

3.- Ecológicas: El problema ecológico estriba en que la construcción es una actividad muy exigente en energía y materiales que tiene una gran incidencia territorial, directa e indirecta. Por ejemplo, la construcción de vivienda nueva reclama, como poco, media tonelada de materiales por metro cuadrado, a lo que hay que sumar movimientos de tierras y de residuos inertes que superan ampliamente esa cifra. El consumo de cemento constituye un indicador sintético de primer orden de la importancia de la construcción de edificios e infraestructuras asociada al negocio inmobiliario.

4.- Sociales: Pero la desmaterialización originada por la crisis, al estar ligada al aumento del paro, la frustración y el empobrecimiento de buena parte de la población dista mucho de ser deseable. Por lo que no cabe postular el objetivo de la desmaterialización o del decrecimiento del consumo de energía y materiales sin unirlo a una reconversión profunda del proceso económico, de los patrones de consumo y de las metas de la sociedad. Pues con el sistema actual el decrecimiento tiene nombre propio: se llama depresión económica y va acompañada de drama social. 

La pobreza infantil severa afecta al 16,7% de niños en España
Los orígenes de este drama hay que buscarlos en el hecho de que la euforia especulativa que desató el auge inmobiliario contribuyó a extender el virus de la especulación y el consumismo. Se acentuó así el conformismo con las prácticas caciquiles, unido al servilismo y la polarización en una población cada vez más polarizada e hipotecada. Este panorama resultaba socialmente aceptable mientras una ingente liquidez nueva financiaba las revalorizaciones y compras asociado a la burbuja inmobiliaria.

De ahí que cuando el pulso de la coyuntura económica decae y el paro aumenta, se quiera inyectar más y más liquidez a toda costa, para que la carrera especulativa del crecimiento continúe y rebose lo más posible, alcanzando a la mayoría de la población. El crecimiento es, así, como una especie de droga que adormece los conflictos y las conciencias, creando adicción en todo el cuerpo social. Pues cuando decae o se para, el malestar resurge con fuerza y la ideología dominante induce a añorar ese crecimiento y a reforzar el conformismo social, en vez de a criticarlo y a ver las ruinas que ha ido dejando, jalonadas de grave deterioro ecológico, de angustioso endeudamiento económico y de bancarrota moral (sobre el panorama y las alternativas a la crisis véase Naredo (2009b, 2009c y 2010)).

Tras la visión crítica del pasado auge especulativo subyace la pugna por mantener vivo el tejido social compuesto por relaciones de solidaridad, afinidad y simpatía hacia nuestros congéneres, frente a su destrucción y sustitución por una cadena de relaciones interesadas serviles y/o despóticas. En el fondo se trata de evitar que los valores de ese capitalismo especulativo - el éxito pecuniario, la pelea competitiva, el afán de lucro, de explotación-- y su actual proyección oligárquica acaben arrasando los sentimientos de amistad y solidaridad y haciendo realidad en nuestro país esa utopía social negativa que Hesiodo (v. 180-190), en "Los trabajos y los días", identificaba con el fin de la especie humana. Pues, en sus célebres versos, nos recuerda que ese final vendrá «cuando se destruyan las relaciones de hospitalidad, amistad, fraternidad, ... cuando incluso a los padres, tan pronto como envejezcan, se les muestre desprecio, cuando nadie se atenga ya a su palabra dada en favor de lo bueno y lo justo, ...cuando la conciencia no exista y el único derecho sean el dinero y la fuerza».

Y tu querido lector ¿Crees que ha llegado el fin de la especie humana? 

Danos tu opinión y recibirás retroalimentación, quizás con el debate podamos encontrar soluciones que nos permitan evitarlo. Gracias por tu tiempo, ¡no lo perderás!

En el siguiente Post: ¿Qué es una vivienda digna y adecuada?


Leer la serie completa:
VIVIENDA UN DERECHO QUE NO ES DERECHO -1
VIVIENDA UN DERECHO QUE NO ES DERECHO -2


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