24 nov 2014

VIVIENDA UN DERECHO QUE NO ES DERECHO -1

Fraga y Carrillo en 1978
Un derecho no siempre es un derecho: a veces es sólo un ‘principio rector’.
La pregunta que surge espontáneamente tras leer el artículo 47 de la Constitución es la siguiente: si todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, si los poderes públicos deben promover las condiciones necesarias para hacer efectivo ese derecho, si la utilización del suelo debe ser regulada de acuerdo con el interés general para impedir la especulación, si la comunidad puede participar en las plusvalías que genera la acción urbanística de los entes públicos, entonces ¿cómo es posible que la situación real contradiga de forma tan manifiesta el contenido de lo que establece la Constitución?

Evolución de la Tasa de Morosidad 1999-2013
La respuesta a esa pregunta requeriría una exposición extensa y compleja acerca de las causas y procesos económicos, políticos, sociales y mediáticos que provocaron la burbuja inmobiliaria española y sus terribles consecuencias. Aún así procuraré hacerle un resumen al lector para que pueda, si acaso, entenderlo. En España, la primer diferencia frente a otros países europeos es que la financiación de un stock de viviendas tan sobredimensionado  exigió tasas de endeudamiento de los hogares y de las empresas del sector muy superiores a las de los países de nuestro entorno. El efecto riqueza derivado de las plusvalías inmobiliarias y la pujante actividad constructiva acentuaron la euforia consumista y el déficit exterior de la economía española. Si a esto se añade el notable déficit y endeudamiento público ocasionado por las políticas anti-cíclicas, tenemos que la economía española sufre desequilibrios sin precedentes cuyo saneamiento le exige ahora la disciplina del euro.

La especie humana es la única a la que no le bastan los instintos para orientar su comportamiento, sino que tiene que acudir a esquemas simbólicos o culturales que den sentido y otorguen racionalidad a lo que hace. Y entre las creaciones de la mente humana que hoy gobiernan nuestra existencia destaca cada vez más la idea usual de lo económico, con la convención social del dinero que le da vida y sus afanes de crecimiento permanente, con evidente incidencia en el territorio, el urbanismo y la construcción. La globalización económica, al proyectar sobre el patrimonio inmobiliario su reduccionismo monetario, tiende a unificar también, sin decirlo, los modelos de orden territorial, urbano y constructivo.
Una ciudad nunca muere, pues queda un remanente , el cual puede ser una problemática social, es por esto que todo ciclo deja una huella en el territorio.
El resultado conjunto de estas tendencias es la creciente exigencia en recursos naturales y territorio, que acentúan las servidumbres indirectas que tal modelo comporta, unidas a la evolución simplificadora y esquilmante de los propios sistemas agrario-extractivos.

En lo que sigue veremos que el caso español constituye un buen ejemplo de la expansión de las patologías urbano-territoriales descritas. Pues se retiraron las tenues barreras del planeamiento en un momento en el que se produjo una ola de liquidez inusualmente barata y abundante dispuesta a invertirse en inmuebles, que facilitó la expansión de dichas patologías.

Si a estas patologías se le añade la existencia de dos potentísimos grupos empresariales, perfectamente asentados desde el franquismo, interesados en dicha expansión, uno inmobiliario-constructivo y otro bancario. Estos grupos son los que afianzaron esa especie de andamio especulativo inmobiliario-financiero que facilitó la espectacular duración e intensidad de la burbuja inmobiliaria que recorrió el país entre 1997 y 2007.

Y tu querido lector, ¿crees que tras la muerte de Franco hubo una refundación oligárquica del poder?

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